Levantarte todos los días a tu trabajo, sabiendo que a final de mes no habrá un cheque con un monto fijo esperándote, es una situación que todos los emprendedores vivimos. Algunos pueden manejarla mejor que otros y también tiene sus ventajas: cada meta que cumples viene con un sabor diferente a hacerlo sólo como empleado.
Por eso el emprendimiento exige pensar muy bien en lo que hacemos. Para eso cada cápsula de sabiduría que vayas atesorando, es una base para reducir los errores a futuro. Por eso me pregunté ¿Cuáles son los tres aprendizajes que me han acompañado hasta ahora? Son tres consejos que – si bien no son de mi autoría – me han ayudado a seguir de pie hasta ahora y rescato para entregárselos a quién le sirva.
Nunca te rindas
Uno de los aprendizajes que entró en mi vida, ahora más viejo, es poder decidir no rendirse. Parece simplón, pero no lo es. Woody Allen dijo “El 90% del éxito se basa simplemente en insistir”. Me cuesta pensar que la gente que ha logrado cosas exitosas, les haya sido fácil todo.
Es justamente lo contrario, a punta de esfuerzo bien planificado y sin arrancar a las primeras molestias es cuando de pronto sientes que una pequeña llama se prende y te da apenas algo de calor. Cuando te mantienes con las manos ocupadas, esa llama lentamente comienza a crecer y sientes un poco más de calma. Si bajas los brazos, la llama se apaga.
No hay atajos
Relacionado con el primer consejo, siempre dan ganas de encontrar atajos y llegar a la meta saltándose pasos. Pero no es así. Cada logro es la suma de muchos “baby steps” como dicen los gringos y que unitariamente pueden verse poco glamorosos, hasta domésticos. Sin embargo, están ahí porque cada uno representa un escalón.
¿Quieres por fin cumplir tu sueño emprendedor? Pues no te saltarás hacer filas, hablar con gente que te dé información incompleta, caminar, esperar, tocar una puerta, decir “permiso”, agradecer, volver cansado a casa, acostarte sin ánimo, despertarte motivado, prepararte el desayuno mientras revisas tus pendientes, entre muchas otras cosas.
Luego cuando logras tu objetivo, celebras con tus seres queridos al calor de una cerveza, olvidándote que hiciste cien o doscientas tareas y que a nadie le interesa saber. Simplemente lo lograste.
Detecta cuando se hacen los negocios
Esto me lo dijeron una y otra vez, pero me costó internalizarlo. La Ley de Vilfredo Pareto se puede aplicar en un emprendimiento con el siguiente el desafío: ¿Cuál es tu actividad que te consume el 20% de tu tiempo, pero que genera el 80% de tu negocio? (las cifras son arbitrarias, pueden cambiar).
Al principio me pareció una búsqueda sin sentido, pues había que hacer lo que el negocio pidiera, estaba recién comenzando. Sin embargo, cuando detecté cuál era ese 20% mágico o mejor dicho, en qué momento se produce, me di cuenta que todo mi esfuerzo debe estar ahí, en que saliera perfecto, sin errores, redondo. El 80% restante puede tener menos atención (sólo te rentará un veinte por ciento) y tu negocio podrá seguir vivo.
¿Y tú, cuáles son los aprendizajes que más te han marcado?
Autor: Cristián Parrao Cartagena.